9 de octubre de 2008

Del Amor (parte 1)

Existen algunos conceptos que en ocasiones presentan dificultades en su definición. Vocablos que para una persona significan una cosa, y para otra persona, otra cosa completamente diferente. Esto trae aparejados algunos problemas de comunicación que terminan originando falta de comprensión entre las personas.
Esta ambivalencia, o polivalencia, es propia del lenguaje. Uno de los ejemplos más claros al respecto es la palabra "amor". Mucho se ha discutido acerca de qué es el amor, y de qué cosa no es amor. El terreno bíblico no es la excepción. Declaraciones tales como "Dios es amor", "amaos los unos a los otros", "ama a tu prójimo como a ti mismo", "el amor es sufrido, es benigno...", "el amor nunca deja de ser" han sido y serán siempre objeto de estudio, análisis y desafío personal.
No obstante, muchas veces también ha sido objeto de malos entendidos y de aplicaciones erróneas, cuando no motivo de sentimientos de culpa. Muchas personas se sienten impotentes ante el desafío de la orden "amad a vuestros enemigos", por ejemplo. ¿Qué es lo que la Biblia enseña?
En casos así, ayuda recordar que las versiones castellanas son en realidad traducciones del griego. Y que no hay dos palabras que en distintos idiomas signifiquen exactamente lo mismo. En el caso del amor, nos encontramos que esa sola palabra castellana responde en realidad a 4 términos diferentes en el griego. Es decir, hay cuatro palabras griegas que al castellano se traducen como "amor". Pero son distintas entre sí; no significan lo mismo. Hay matices y hasta sentidos diferentes entre una y las otras.

Por ello, es necesario hacer una discriminación de sinónimos.
Veamos los términos en cuestión:

Eros: Este vocablo no aparece en el Nuevo Testamento en griego, aunque sí era una palabra ampliamente utilizada en el idioma griego. Es el amor que nace de la atracción, de lo que apela a las emociones, de lo que agrada. Es la palabra de la que deriva el castellano "erotismo". Mas no refiere únicamente a la atracción sexual. Todo aquello que uno "ama" desde lo pasional está incluido en este concepto: el equipo de fútbol favorito, una determinada canción, la comida preferida y, obviamente, la mujer amada o el hombre amado.
Es un amor excluyente. También es el que se asocia con "el fuego del amor". Es un elemento importante e integral de la persona, y por ende de las relaciones también. En una pareja no solamente puede, sino que debe existir. Existe al comienzo de la relación, pero no debería nunca apagarse del todo. Es volátil, por ser pasional y emocional, y debe ser cuidado para que no se extinga.
Ahora bien, no es ésta la clase de amor que pueda ser ordenada mediante un mandamiento, y menos en relación con los enemigos. Tampoco puede una relación entre dos personas sostenerse sobre este amor como cimiento. El eros es el techo, no la base. Puede coronar alturas, pero no sostener una estructura, ni sostenerse a sí mismo a menos que en la base haya algo más. Y ya vamos a llegar a ese algo.

Storgée: Es el amor de vínculo, de pertenencia, de identificación. Es el amor que hace a las raíces, que nos hace amar "lo nuestro". Aparece una sola vez en el Nuevo Testamento, en 2 Timoteo 3, haciendo referencia a los hombres que en el tiempo del fin serían "sin afecto natural" (en griego astorgoi, la a- privativa y la raíz de storgée).
Se lo identifica con el afecto natural, porque la pertenencia establece vínculos por sí misma, y los vínculos de pertenencia son difíciles (y en ocasiones, imposibles) de desarraigar. Es también un amor de tipo excluyente, ya que no se ama de esta manera aquello que es ajeno. Es obvio que tampoco esto incluye a los enemigos, ya que no hay pertenencia.
El patriotismo, la afición deportiva, los clubes de fans son expresiones de este tipo de amor. Por supuesto que en las relaciones familiares esto debe existir. Cuando dentro de un núcleo de amistades no está presente, no hay real amistad; pero cuando está ausente del círculo familiar, se habla de una relación patológica. Los vinculos familiares establecen este amor.
En el caso de las relaciones de padres a hijos, o entre hermanos o primos, este amor es natural (o debe serlo), ya que uno viene al mundo en el marco de esa familia. En el caso de la pareja, es un amor que se desarrolla con el tiempo. Al principio hay eros, pero no hay storgée. Hay atracción, deslumbramiento, flash. Con el tiempo, el primero va cobrando firmeza en el segundo, y los vínculos se hacen más profundos, hasta llegar al punto en que dos llegan a ser uno (Véase Genesis 2). Este amor de pertenencia encuentra su cúspide en la unión de dos personas en el acto sexual, en el que ambas se entregan plenamente y por completo al cónyuge. Al menos cuando el acto sexual va más allá de la búsqueda de una gratificación momentánea o temporal.

En breve, los dos términos griegos que restan para hablar del amor.

Max

16 de septiembre de 2008

Simplemente...

...bienvenidos.
Este espacio tiene por objetivo compartir algunos sencillos descubrimientos que se han ido dando conforme iba estudiando la Biblia.
Al leer la Biblia es vital hacer exégesis (del griego ex, "de adentro hacia afuera" + agoo, "traer o llevar"), que significa "extraer" el sentido del texto. Lo opuesto a esto, y lo que la mayoría hace, es la "eiségesis" (del griego eis, "de afuera hacia adentro" + agoo, "traer o llevar"), que representaría el "insertar" en el texto lo que no estuvo necesariamente allí; es hacerle decir al texto lo que yo quiero que diga.
La eiségesis puede sernos más cómoda que la exégesis. Pero sólo esta última nos nutre, porque sólo ella nos acerca a lo que Dios reveló en su Palabra.
De más está decir que parto de la presuposición de que la Biblia es la Palabra de Dios, por revelación e inspiración (en cuanto al alcance de estos conceptos, ya los definiré en un post próximo). Respeto a quien no crea en esto. Y pido el mismo respeto. Sobre esa base, todo diálogo será posible.
Que Dios te bendiga, y que puedas encontrar en las próximas entradas de este blog algo más que "curiosidades bíblicas". Que puedas hallar la revelación de Jesucristo, y puedas acercarte a Dios.
Un abrazo.

Max